Verás
a tu príncipe y te alejará de la tristeza con sólo mirarte, su sonrisa será la
tuya, tu horizonte su designio. Qué
bueno que la tiranía del merecimiento no sea el caso, que el amor se
reitere ciego. Por lo pronto seguiré
jugando a inventar mi pequeña democracia íntima, sin un pueblo que delibere mis
consignas. Verás a ese tu príncipe y cesará mi rebelión.
14 de abril de 2012
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