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Reseña epistolada

Acabo de releer un cuento de García Márquez, del libro Doce Cuentos Peregrinos, a quienes considero lo mejor de este escritor, sin haber ab...

sábado, 21 de julio de 2012

Un compositor innato

Estamos en clase de inglés, ya casi termina, Doña Gloria no da abasto con los cuarenta y punta de muchachitos que tiene a su cargo, ella es la directora de 6-1, mi clase. Ya recitamos el “Dios te salve María” en inglés -Holly Mary mother of god pray for us…- ya repasamos los verbos –I have a dog, the flowers are in the garden, Adriana is pretty. La profe siempre está sonriente, aunque a veces se pone bravísima. Todavía jugamos, cuando de repente yo me levanto, poseído por una extraña fuerza que luchó conmigo toda la clase -¡A que no sales! ¡A que no sales! Y empiezo a cantar frente a todos mis compañeros:

 Estoy enamorado de ti, estoy ilusionado contigo oh amor 
me tienes en tus manos oh amor porque me gustas 
oh amor porque te quiero oh amor porque eres tú 
quisiera que fueras mía para siempre, 
quisiera que me dieras un beso eterno oh amor oh amor, 
amor mío yo te amo con todo el corazón. 

 Sólo los compañeros que están más cerca de mí escuchan la canción, entre ellos se encuentra Adriana Patricia Cardona Zuluaga, la dueña de la serenata, una niña blanquita, de cabellos dorados ensortijados y ojos miel, hija de la profesora de español. Otros compañeros continúan en lo suyo sin pararme muchas bolas. Entonces suena la campana y la turba da punto final a la cantadita, pasando por encima de ella y yo sólo atino a decirle a Adriana, con una mirada intensa y sonrojada que la canción es para ella. Adriana me sonríe y cuando paso por su lado, para empacar mis útiles, la felicidad me inunda después del deber cumplido de todo buen Romeo.

jueves, 19 de julio de 2012

No me viste

... La cosa aquí es que jamás se podrá ser lo suficientemente real para alguien que no te quiere ver, que no te ve. La proeza de aquel super héroe de la invisibilidad se realiza todos los días, no sólo para la obvia mayoría que desconoce tu existencia, sino para los ojos de aquel que anhelas.

Te llamabas Pilar

Corro tras una niña en el patio de mi casa con una toalla amarrada a mi cuello a modo de capa. Soy un vampiro, pero no recuerdo claramente si mi propósito es chuparle la sangre a hacerla reír. La persigo y ella se ríe, escondiéndose de vez en cuando entre las columnas de madera que sostienen el corredor. Sé que ella es demasiado alta para que esté jugando a los vampiros conmigo y eso me alegra. A veces la alcanzo y hago como si la atrapara pero la vuelvo dejar ir para sentir por mucho rato la delicia de atraparla muchas veces y reírme con ella y reírnos juntos. Claro, hasta que su mamá termina la visita con mi mamá y viene y se la lleva.

Traición

La primera vez que tuve que ir a la escuela ya estaba viejo, tenía siete años, y todo el plan lo hicieron a mis espaldas. Recuerdo que mi hermano y mi hermana mayores me llevaron a una escuela que tenía un enorme patio con muchos tubos naranja saliendo del piso como caballitos de mar. Allí me dejaron en una fila de niños desconocidos sin decirme para qué o por qué ¡ si yo no había hecho nada malo! me dieron la ración del día y se fueron. Entonces fue cuando me uní al llanto inconsolable de algunos otros niños lloriqueadores que también habían sido traicionados por sus familias.