Entrada destacada

Reseña epistolada

Acabo de releer un cuento de García Márquez, del libro Doce Cuentos Peregrinos, a quienes considero lo mejor de este escritor, sin haber ab...

jueves, 3 de marzo de 2016

anoche llovió

Anoche llovió un ratico, como llueve adentro mío cada vez que me ataca un pensamiento tuyo. No dejan de ser habituales pero ahora los tomo como esas cosas que ya no se pueden corregir; con la calma de cierta aceptación después de que se acaban las lágrimas y el desasosiego. Ahora sólo me descompone un poco imaginarte feliz con otro, pero cuando vienen a mí esas angustias sacudo la cabeza para revolver todo adentro y desperdigar la idea durante unos segundos. Los pensamientos luego quieren formarse de nuevo pero cuando esto sucede yo repito muchas veces -estás muerta, estás muerta, estás muerta- y te vas volviendo transparente con ese otro que te besa hasta que desapareces por completo.

 Inútilmente he tratado de echarte la culpa, pero sospecho que así debían ser las cosas, que incluso, de no haber ocurrido la ruptura en ese entonces, sólo hubiese sido una momentánea postergación del final evidente. Ahora no estoy seguro de que ningún amor dure para toda la vida, son tan frágiles las conexiones ante esa monstruosa cantidad de estímulos que nos enredan la cabeza y la vida. Dicen por ahí que incluso el cuerpo biológicamente no resistiría más allá de un tiempo determinado la enorme cantidad de energía que demanda estar enamorado.

 Mira como son las cosas, cómo trato todos los días de hallar las justificaciones para respaldar la imposibilidad de lo nuestro y así poder volver a estar tranquilo. Yo no sé si feliz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario