Hay pequeñas cosas, las más, de las que está hecha la vida, la vida sencilla, rutinaria incluso, que son mágicas. Una de ellas es la arquitectura física del cuerpo femenino, pero más que él mismo (el cuerpo), son la infinidad de pequeños actos, gestos, modos, que cuelgan de sus manos, cabellos, caderas, tobillos, miradas, como si fueran sonajeros multicolores de todos los tonos musicales que, según una amiga querida, convocan a los ángeles en misión de protegerlas.
14 de octubre de 2011
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