Pensaba que la emoción que sintió, después de haberse visto aquella hermosa película era una pequeña riña ganada a la muerte. ¡Emocionarse, que otra cosa es si no vida! Una discusión nada más. Una “victoriecita” minúscula y efímera. Cada creación suya sumaba un punto. Participar en las reuniones del comité, acumular ideas para su proyecto de novela, hacer deporte, decir adiós en vez de dejar morir, cantar; todo aquello un agotador esfuerzo por mantenerse en pie de lucha todo el tiempo. Pero esa mañana murieron ellos y no valió la vida recolectada en sus cuerpos para pedir razones justas a la muerte. Esa mañana, una vez más, perdió su lucha.
11 de noviembre de 2011
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